Antes era cosa de abueletes y señoras mayores. Se lo oíamos
a gente añosa, a operados, a personas con cicatrices y no digamos si miembros
amputados. El comentario popular "va a llover, porque me duele la rodilla.
O la cicatriz de la cesárea." Y los jóvenes lo tomaban como poco menos que
una superstición. Pero el caso es que muchas de estas veces, acertaban.
Hoy ya se puede decir que estas expresiones tienen una base
científica. Un estudio realizado en el área metropolitana de Barcelona confirma
que las variaciones de presión atmosférica y de temperatura afectan a las
personas con artrosis y artritis. No es una invención de los mayores o de enfermos
quejosos.
Existe una investigación, resultado de dos años de trabajos
del Instituto Poal de Reumatología y de unos importantes laboratorios y ha
contado con la colaboración del Servei Meteorolgic de Catalunya.
Según los resultados obtenidos los pacientes con artrosis
(más de cinco millones en España) experimentaban un aumento del dolor articular
cuando bajaba la presión atmosférica. Por contra, esta misma población no se
veía afectada si disminuía la temperatura o se modificaba la humedad ambiental.
El estudio revela, en cambio, que entre los enfermos de artritis reumatoide la
bajada del termómetro sí ejerce un efecto sobre el dolor articular y no les
afecta cambios de presión.
DOLOR SUBJETIVO.- "Esta investigación nos ha confirmado
que el paciente tiene razón cuando se queja", afirmó Ingrid Meller, jefa
de servicio del Instituto Poal. "Pero el cambio de tiempo --subrayó-- sólo
influye en la percepción del dolor, no agrava la enfermedad". La doctora
precisó que no todos los pacientes reumáticos perciben esa influencia del
tiempo. "Hay personas que se ven más afectadas --dijo-- que otras".
Meller situó en un 40% los enfermos susceptibles de predecir fenómenos
meteorológicos con su dolor.
Una paciente con artrosis que participó en la presentación
del estudio, aseguró que dos días antes de que descienda la presión atmosférica
ya nota el dolor y se le desencadena "una crisis que puede prolongarse
durante una semana, 15 días o incluso tres semanas".
Se deduce entonces que el frío y la humedad no empeoran por
sí mismos los síntomas de las enfermedades articulares. Son los cambios de
presión atmosférica propios de los meses fríos los que influyen sobre las
articulaciones. Que el frío y la humedad aumentan el dolor en las
articulaciones de algunas personas con dolencias reumáticas es pues una
creencia popular muy enraizada en la sociedad y son muchas las personas que
achacan sus dolores a los meses fríos. Sin embargo, esto no es del todo cierto
pero tampoco es un mito en su totalidad. El clima sí influye directamente en el
origen del dolor.
El dolor articular, que se asocia o a fenómenos
meteorológicos y que aparece sobre todo en pacientes con artritis reumatoide y
artrosis, se debe a la acción de la presión atmosférica sobre los
barorreceptores o receptores de presión que poseen las articulaciones.
La presión atmosférica es el peso que genera la columna de
aire en cualquier punto de la atmósfera; este es un concepto de física básico.
Dicha presión aumenta con el nivel de humedad del ambiente. Son los cambios de
presión los que afectan a las articulaciones enfermas y aumenta la percepción
del dolor. Este aumento de la presión produce una irritación de los tejidos
blandos de la cavidad articular que, si está previamente dañada por la artrosis
o por la artritis, moviliza una respuesta inflamatoria que produce un
incremento de la sensación de dolor.
Para mejorar los síntomas se recomienda aplicar calor local
y realizar ejercicio suave para desentumecer las articulaciones.
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