Pedro GPinto, aficionado a juntar letras. En setenta años que arrastra en su mochila no aprende. Jo

domingo, 20 de marzo de 2016



Antes era cosa de abueletes y señoras mayores. Se lo oíamos a gente añosa, a operados, a personas con cicatrices y no digamos si miembros amputados. El comentario popular "va a llover, porque me duele la rodilla. O la cicatriz de la cesárea." Y los jóvenes lo tomaban como poco menos que una superstición. Pero el caso es que muchas de estas veces, acertaban.

Hoy ya se puede decir que estas expresiones tienen una base científica. Un estudio realizado en el área metropolitana de Barcelona confirma que las variaciones de presión atmosférica y de temperatura afectan a las personas con artrosis y artritis. No es una invención de los mayores o de enfermos quejosos.

Existe una investigación, resultado de dos años de trabajos del Instituto Poal de Reumatología y de unos importantes laboratorios y ha contado con la colaboración del Servei Meteorolgic de Catalunya.

Según los resultados obtenidos los pacientes con artrosis (más de cinco millones en España) experimentaban un aumento del dolor articular cuando bajaba la presión atmosférica. Por contra, esta misma población no se veía afectada si disminuía la temperatura o se modificaba la humedad ambiental. El estudio revela, en cambio, que entre los enfermos de artritis reumatoide la bajada del termómetro sí ejerce un efecto sobre el dolor articular y no les afecta cambios de presión.

DOLOR SUBJETIVO.- "Esta investigación nos ha confirmado que el paciente tiene razón cuando se queja", afirmó Ingrid Meller, jefa de servicio del Instituto Poal. "Pero el cambio de tiempo --subrayó-- sólo influye en la percepción del dolor, no agrava la enfermedad". La doctora precisó que no todos los pacientes reumáticos perciben esa influencia del tiempo. "Hay personas que se ven más afectadas --dijo-- que otras". Meller situó en un 40% los enfermos susceptibles de predecir fenómenos meteorológicos con su dolor.

Una paciente con artrosis que participó en la presentación del estudio, aseguró que dos días antes de que descienda la presión atmosférica ya nota el dolor y se le desencadena "una crisis que puede prolongarse durante una semana, 15 días o incluso tres semanas".
Se deduce entonces que el frío y la humedad no empeoran por sí mismos los síntomas de las enfermedades articulares. Son los cambios de presión atmosférica propios de los meses fríos los que influyen sobre las articulaciones. Que el frío y la humedad aumentan el dolor en las articulaciones de algunas personas con dolencias reumáticas es pues una creencia popular muy enraizada en la sociedad y son muchas las personas que achacan sus dolores a los meses fríos. Sin embargo, esto no es del todo cierto pero tampoco es un mito en su totalidad. El clima sí influye directamente en el origen del dolor.



El dolor articular, que se asocia o a fenómenos meteorológicos y que aparece sobre todo en pacientes con artritis reumatoide y artrosis, se debe a la acción de la presión atmosférica sobre los barorreceptores o receptores de presión que poseen las articulaciones.

La presión atmosférica es el peso que genera la columna de aire en cualquier punto de la atmósfera; este es un concepto de física básico. Dicha presión aumenta con el nivel de humedad del ambiente. Son los cambios de presión los que afectan a las articulaciones enfermas y aumenta la percepción del dolor. Este aumento de la presión produce una irritación de los tejidos blandos de la cavidad articular que, si está previamente dañada por la artrosis o por la artritis, moviliza una respuesta inflamatoria que produce un incremento de la sensación de dolor.


Para mejorar los síntomas se recomienda aplicar calor local y realizar ejercicio suave para desentumecer las articulaciones. 

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