Pedro GPinto, aficionado a juntar letras. En setenta años que arrastra en su mochila no aprende. Jo

viernes, 25 de marzo de 2016

En pareja

Aquellos primates evolucionados eran nómadas. Recolectores solo, que se desplazaban en busca de alimento. Y cazadores, naturalmente. No solo de animales mayores, sino también de ranas, lagartos, peces o pequeños mamíferos como la liebre. Como la rata de agua . Vivían en clanes donde naturalmente había un jefe o macho alfa. 

   


Luego, al hacerse sedentarios, aprendieron a ser sembradores. Ya no tenían que andar de contínuo buscando el alimento. Recolectaban lo que habían sembrado. Pero al cosechar fue preciso que el más sabio, no necesariamente el más fuerte --ahí está el José de la Biblia-- se hiciera cargo del almacenamiento y ¡el reparto! 

El clan comenzó a existir como sociedad, con cierto reparto de funciones y con más ¿autoridades? Porque el que descubrió que consumiendo ciertos frutos o raíces alcanzaba unos estados de ¿lucidez? mental y se podía ¿comunicar? con los espíritus o sanar a los enfermos, alcanzó un puesto de preeminencia para el que tampoco necesitaba ser el más fuerte. Solo es más hábil y de mayor capacidad verbal. Por conveniencia se destacaba de los demás con más adornos, collares, pinturas, varas mágicas... 

 


En aquellas sociedades aún era normal la poligamia. Mientras los mejor dotados procuraban dejar su semilla en el mayor número de hembras fértiles para mantener y mejorar la especie, las hembras jóvenes y atractivas entraban en celo en unos días claves para ser fecundadas. No les importaba tener parejas, sino parir hijos. 

Hoy aún existe esa poligamia y no solo en una religión determinada. Esa. Esa misma. Porque por ejemplo un tal Joseph Smith, en los Estados Unidos del siglo XIX afirmaba haber sido instruido mediante una revelación que algunos hombres mormones específicamente elegidos debían practicar el matrimonio plural. Esto se publicó después en el libro Doctrina y convenios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.  Hoy la poligamia aún persiste en Utah y otros estados vecinos.

Me maravillo porque desde hace unos días, sobre esa piedra redonda que la pleamar cubre, suelo ver a dos gaviotas, que no sé si del mismo sexo. ¿Son siempre las mismas? No lo sé. ¿Practican la monogamia como los pingüinos? Tampoco lo sé. Pero aquí os dejo el testimonio.


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